Manifiesto de la Pedagogía Crítica




Cuando empecé a interesarme por este Máster, pude entrever, en la guía del mismo y en los programas de las asignaturas, un marcado carácter crítico y de reflexión que, sinceramente, me gustó.

Soy maestra y pedagoga y, desde hace muchos años, soy muy crítica con nuestro sistema educativo. En mi opinión, no nos sirve. No está ajustado a la realidad actual. No da frutos porque está desconectado del alumnado y agota al profesorado. Se exigen unos resultados que no llegan, porque hay un fallo muy grande de base. Los resultado educativos de nuestro país (y de muchos de los cercanos) son terribles, pero se camuflan bajo parches e interpretaciones estadísticas tergiversadas.

Una de las cosas que más me entristece es el índice tan alto de fracaso y abandono escolar. A veces no porque dejen de ir a clases, sino porque dan por perdido los estudios y se limitan a ir y sentarse en un pupitre, mientras sus cabezas están en cualquier otra cosa. Y, sinceramente, no les falta razón. Al otro lado, el profesorado se siente exhausto y duramente criticado, intentando -en muchos casos- hacer lo imposible, pero sin contar con los recursos necesarios para ello. Inmersos, como Don Quijote, en toda una lucha contra molinos, aunque en este caso no son para nada imaginarios, sino reales y realmente enormes.

Tal y como yo lo veo, hay un fallo en la concepción de nuestra educación actual. Y al leer el manifiesto de Herny A. Giroux, "Manifiesto de la Pedagogía Crítica" (recogido en el epílogo del libro "La otra educación. Pedagogías críticas para el siglo XXI") he sentido -en cierta medida- algo parecido a un alivio, a un "madre mía, alguien que me entiende". Aunque, a decir verdad también ha sido un poco de "uf, en esto no había pensado" y de "qué dura la realidad", o "qué atroz lo que hemos (y estamos) haciendo".

Lo bueno es que no ha sido una lectura sólo para ver la cruda realidad tras la educación actual y criticar sin más, sino para reflexionar, analizar y tender puentes hacia un nuevo concepto de pedagogía que realmente se asiente sobre una concepción de libertar, de pensamiento crítico, de creatividad y de compromiso social.

Un paradigma que, evidemente, va mucho más allá de idealizar cambios y de anclarnos en la utopía, y que necesita de la implicación de gran parte de la comunidad educativa y -en cierta medida- de la sociedad. Y, seamos sinceros, no están los gobiernos ni los medios de comunicación de masas por la labor de mejorar la educación y cambiar el status quo de la realidad educativa actual, porque les interesa que siga así. Pero al menos, sirve para despertar conciencias entre los docentes, para entablar díalogos y debates y, quién sabe, con suerte comenzar un movimiento de cambio hacia una pedagogía realmente crítica -no a una edulcorada y decorada con cambios llenos de marketing que no nos llevan a ninguna parte-.

Al menos por el momento, ha servido para comenzar un buen debate en los foros de la asignatura, que seguro será muy enriquecedor. Y por otro lado -a nivel personal- para abrir la mente a nuevas ideas, a la autocrítica, a la revisión de opiniones y posiciones previas, y a contrastar lo que hasta ahora estaba muy claro en mi mente, con nuevas posibilidades y realidades. 

Sin duda ha sido una de esas lecturas que no dejan indiferentes y que, ojalá, todos los docentes hicieran algún día.





Pero... ¿Qué dice ese texto? ¿Por qué ha revolucionado mi cabeza? y ¿Qué nos puede aportar? Está todo en este post.

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